Otra de mis pasiones: callejear sin rumbo, sin sentido, sin orden. Esta vez por la pintoresca ciudad de Faro y así fue como, de repente, al doblar una esquina, nos encontramos a lo lejos esta arcada que nos recordaba que, tras sus muros, un mar azul acompañado de un resplandeciente sol invernal nos esperaba.
El hombre del sombrero* ya disfrutaba de todo ello mientras observaba el mar infinito, quizás, tal vez, recordando la juventud.
Espero vuestras impresiones.
*Foto realizada con: Nikon 750